Sin embargo, las propuestas han despertado críticas por su similitud con las políticas implementadas en México entre 1940 y 1970
Miércoles 15 de enero de 2025
En su reciente presentación del Plan México, la presidenta Claudia Sheinbaum delineó metas para fortalecer la economía nacional, enfocándose en una mayor producción local, la reducción de las importaciones y el impulso a la soberanía económica. Sin embargo, las propuestas han despertado críticas por su similitud con las políticas de sustitución de importaciones implementadas en México entre las décadas de 1940 y 1970, un modelo que pese a su impacto inicial, mostró limitaciones estructurales y se desechó.
El Plan México incluye objetivos como: aumentar al 50% la proporción de compras públicas de producción nacional, incrementar en 15% el contenido nacional en productos estratégicos y lograr que el 50% de la proveeduría y el consumo en sectores clave como textil, calzado, mobiliario y juguetes provenga de empresas mexicanas. La presidenta destacó que estas estrategias buscan "fortalecer la economía interna y reducir la dependencia de mercados externos".
Por su parte, el modelo de sustitución de importaciones, aplicado en México hace 80 y 50 años, se basó en el cierre parcial del mercado nacional a productos extranjeros, promoviendo la industrialización interna mediante subsidios, protección arancelaria y compras gubernamentales dirigidas. Esto generó ineficiencia productiva, dependencia estatal y rezagos tecnológicos.
Y las similitudes han generado verdadera preocupación entre economistas: al igual que en el pasado, el enfoque está en sectores manufactureros de bajo valor agregado, como textiles y calzado, lo que podría limitar la competitividad global de la economía mexicana. El papel central del gobierno en las compras públicas recuerda la dependencia del Estado como motor económico durante el peor rostro de la sustitución de importaciones. Y aunque no se plantea explícitamente una política proteccionista, dar prioridad a la producción nacional podría desalentar la integración en cadenas globales de valor. Aislar a México, vaya.
Expertos señalan, que si bien fortalecer la economía interna es deseable, los riesgos de replicar un modelo históricamente superado son altos: uno es la ineficiencia productiva: ojo… sin incentivos para innovar, las empresas podrían depender del gobierno y no enfrentar presiones competitivas. Otro es la dependencia fiscal: Las metas del Plan México requieren un gasto público significativo, en un contexto donde el margen fiscal es limitado debido a los costos de proyectos como el Tren Maya. Uno más son los rezagos tecnológicos: focalizarse en sectores tradicionales podría dejar de lado industrias con mucho mayor potencial, como la tecnología y las energías limpias.
Además, la integración en el comercio global, especialmente a través del T-MEC, debería ser un pilar complementario. La clave será equilibrar la soberanía económica con la competitividad internacional, dicen los expertos. Y el 20 de enero, con el arribo al poder de Donald Trump, los escenarios no son alentadores.
