La muerte de la activista contra el secuestro conmovió a varias personalidades de la escena política mexicana
Lunes 10 de marzo de 2025

La activista falleció el pasado 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer) a los 73 años en el Hospital ABC de Santa Fe, en la Ciudad de México.
Miranda de Wallace, figura central en la lucha contra el secuestro, se consolidó como un personaje admirado por muchos, pero también profundamente polémico. Su trabajo, en su momento más álgido, visibilizó el sufrimiento de las víctimas y presionó a las autoridades para un enfoque más riguroso contra los criminales. Sin embargo, su activismo también fue cuestionado por su relación con el sistema judicial, ya que fue acusada de adquirir un poder desmedido y fabricar culpables en casos de secuestro, lo que ensombreció su legado.
Quien se erigió como una defensora incansable, fue vista como una heroína por aquellos que compartían su lucha y por las víctimas que buscaban justicia. Su tenacidad en la denuncia y su capacidad para movilizar a la opinión pública la hicieron una de las voces más influyentes en la política de seguridad en el país. No obstante, sus críticos, como el sacerdote Alejandro Solalinde, la acusaron de ser parte de la corrupción del poder judicial, sugiriendo que sus esfuerzos no siempre se alinearon con principios de justicia imparcial.
Uno de los aspectos más cuestionados de su carrera fue el uso de su influencia para presionar en casos judiciales específicos. A lo largo de los años, surgieron señalamientos sobre posibles manipulaciones de la justicia, incluso en relación con el caso de su propio hijo, cuyo secuestro fue el detonante y emblema de su activismo. Las críticas sobre la "fabricación de culpables" persistieron, restando credibilidad a sus logros.
Isabel Miranda de Wallace, por lo tanto, se mantiene como una figura compleja: la persona que, a pesar de ser un símbolo de lucha contra el crimen, no pudo escapar a las críticas sobre sus métodos y su relación con la justicia. Así, en su fallecimiento, su historia se vuelve un reflejo de la profunda división que genera la lucha por la justicia en un país con un sistema judicial que muchos consideran imperfecto y, a menudo, corrupto.
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